A pesar de que a veces se deje el tema un poco de lado, todos somos conscientes de la situación de los países tercermundistas, tanto económica como política como socialmente. Si nos paramos por un momento a observar el entorno de algunos países, pronto nos daremos cuenta de que nos encontramos en alguno de ellos. Es fácil identificarlos por su arquitectura, por las «viviendas» (por llamarlas de alguna forma), en la que convive la sociedad de estos países.
A pesar de que mucha gente ha normalizado estas situaciones y el hecho de que estas personas vivan en esos lugares en esas condiciones, no lo hace justificable. Creo que la arquitectura, la economía y la situación política son tres de los aspectos que podrían proporcionar una mayor calidad de vida a los habitantes.
En nuestro país, habitualmente disfrutamos de edificios administrativos, religiosos, deportivos y una gran cantidad de instalaciones que nos permiten tener una buena calidad de vida, existen lugares donde podemos estudiar, donde nos puede atender un médico urgentemente…
En relación a lo anterior, en muchos países del tercer mundo no disponen de hospitales cercanos, edificios destinados a la formación y mucho menos existen edificios para el ocio. Únicamente observamos una especie de cabañas que desprenden una sensación tan pobres como tristes que no aportan las condiciones de vida para cumplir con los derechos humanos.
Pienso que deberíamos hacer una llamada a la caridad, promoviendo un cambio político y económico en estos países que facilite la aparición de una arquitectura con diversas instalaciones que consigan hacer disfrutar a la gente que se encuentra en esta situación de la misma manera que se consigue aquí.
Mi idea como arquitecto en un futuro es hacer feliz a la gente, promover la creación de edificios que consigan provocar una sensación de comodidad y seguridad. En relación a la arquitectura de estos países creo que en un futuro, no muy lejano podríamos poner todos de nuestra parte para ver una sonrisa en la cara de esos niños que viven en unas condiciones infrahumanas.
En conclusión, creo que cada disciplina debería poner su granito de arena para conseguir la construcción de un mundo mejor. Es decir, la economía podría promover algunas inversiones en estos países, la política de estos países debería cambiar su ideología, y la arquitectura podría proyectar ciudades que mejoren a vida de las personas.